Se acercan las fechas de los festivales más importantes de la industria publicitaria, y más que hablar de las grandes campañas y la participación de grandes creativos de todo el mundo, pienso que debemos preguntarnos: ¿estamos creando una campaña con el fin de ganar un premio o buscamos ayudar a una marca a que resuelva el problema de una comunidad?

Y es que no es fenómeno nuevo que todos queramos tener al menos una pieza participante en el festival de Cannes, o que todo publívoro sueñe con ganar una presea de esta magnitud. Lo lastimoso realmente, es que se torne como el fin principal y como el objetivo personal de toda una industria.

Si analizamos cautelosamente la “majestuosidad” de este tipo de premios, la algarabía que existe, lo provocativa que es una estatuilla color oro, y la superficialidad que emana a simple vista, podríamos darnos cuenta que de nada sirve lograr una estrategia de impacto social y de trascendencia, si el creativo detrás de ella se siente más pleno y realizado obteniendo un reconocimiento o aclamación, que saber que ayudó a miles de personas con un problema; de ahí la importancia del enfoque de una industria tan importante y sobre todo la madurez con la que ésta cuenta.

Y es que he notado en congresos, conferencias, vídeos, etcétera, que muchos referentes de la publicidad, se vanaglorian en el inicio de sus pláticas con sus trascendentes trabajos presentados en los eventos más importantes del mundo, y la colección de primeros puestos que tienen en concursos cuando se presentan en algún escenario; todo demasiado impactante, pero poco llenador. Poniéndome en sus zapatos, supongo que es muy complicado vivir hablando de fuertes sumas de dinero para las campañas, entre viajes, charlas con ejecutivos de marcas importantes, medios de comunicación, entre otras cosas con las cuales es difícil no perder piso. Aunque creo que es aún más complicado darte cuenta que tienes en tus manos la posibilidad de ayudar a otros con campañas de concientización social, de emular un nuevo tema de comunicación en la gente y aun así no aprovecharlo; están más interesados en que tú público objetivo sea tu trampolín hacia otra página más en tu currículum.

Claro es importante y enriquecedor que reconozcan tu trabajo; no estoy en contra de estos eventos. El problema empieza cuando no somos lo suficientemente humildes para reconocer que no nos hace más importantes un Cannes. Nunca me percaté que la madre Teresa de Calcuta tuviera una expresión de inmadurez haciendo notar que había ganado un premio nobel de la paz, o peor aún, que su vida la hubiera dedicado a ganar este reconocimiento. Obviamente guardando toda proporción con la publicidad.

Al final de cuentas, los clientes que le dan de comer a las agencias perciben a quién le están delegando su inversión, y si realmente se va a trabajar con su marca para cumplir objetivos, o para ganar premios. Propongo trabajar por la gente, para que perciba marcas sinceras y conecten más, y a la par, se vea el impacto de la campaña, y entonces sí, que por ultimo lleguen los trofeos que se merezca nuestra creación, cumpliéndose así “el famoso ganar- ganar”.

AUTOR

Carlos Omar Romero

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